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El líder que mató Iván Mordisco por oponerse a la represa del Quimbo

Por: Redacción Pares






Desde que en 1997 se empezó a hablar de la represa del Quimbo las poblaciones de Garzón, Gigante, Agrado, Tesalia, Altamira y Paicol en el Huila, sabían que las cosas, de ahí en adelante, sólo irían cuesta abajo en su rodada. Era un proyecto de 810 millones de dólares que tenía varios padres, aunque la que mandaba era la italiana ENEL. Por sus terribles costos ambientales se les había negado la posibilidad de construirla hasta que el gobierno de Álvaro Uribe le dio el sí en el 2008. La Contraloría intentó cruzarse en el camino. La Procuraduría también. Las tierras eran demasiado buenas para inundarlas, para sacrificarlas en una hidroeléctrica que presuntamente serviría para darle energía hasta a Ecuador y Perú. Pero Uribe, bajo uno de sus lemas de gobierno, el de la “confianza inversionista” obtenido presuntamente por haber combatido a sangre y fuego a las FARC, puso al Quimbo como una de sus prioridades. La presidencia declaró públicas 35 mil hectáreas.


 La gente se opuso, se organizó. Gente que vivía de una gran tabacalera que estaba en la región. Uribe quería asegurar la represa de cualquier sobresalto social. Imponente, dio un golpe en la mesa instalando el Batallón Especial Energético número 12, conformado por mil soldados que garantizarían el orden de los poderosos. Las familias que tenían predios en la zona y que resultarían afectadas hicieron acuerdos con la empresa que ejecutaría la obra, Emgesa, pero todo quedó en el aire. La gente sintió que no se habían cumplido los acuerdos. Que el daño sería irreparable y que ellos no tendría la compensación que merecerían. Es una pelea que aún continúa. En muchos lugares del país creen que el río Magdalena murió el 3 de marzo del 2012, ese día fue desviado el río para crear la represa. Todas las promesas se incumplieron. Al 12 de septiembre del 2024, fecha en la que se está escribiendo este artículo, Colombia se apresta a vivir un nuevo problema energético por culpa de la sequía que está afectando los embalses. Se suponía que el Quimbo arreglaría todos los problemas pero no es así: apenas aporta el 3% de la energía de todo el país.


Uno de los sectores que mejor se unió contra el ecocidio de El Quimbo fueron los pescadores artesanales, contra los que se apuntó una despiadada campaña de desprestigio. Una de las fundaciones que elevó sus súplicas a exigencias fue la Asociación de Afectados por el Proyecto Hidroeléctrico El Quimbo, a ella pertenecía Nelson Medina Muñoz. Además de Asoquimbo, este líder pertenecía a la Asociación de Pescadores de Puerto Seco. Fue uno de los que supo imponer su liderazgo para realizar acciones de protesta tan potentes como el cierre de la vía nacional que pasa por Puerto Seco, en Gigante Huila. Fueron más de 300 campesinos los que en marzo del 2023 se hicieron escuchar en todo el país para que se conociera su problemática.


Los habían dejado en la estacada, sin río, ni reparación. La vía comunicaba a los municipios de Gigante y Hobo. Miller Dussán, uno de los representantes de las comunidades afectadas dejó claro, leyendo un comunicado, lo que esperaban: “En el menor tiempo posible esperamos que el gobierno del Huila, las autoridades nacionales en Neiva se reúnan con Asoquimbo, para que se firmen acuerdos y compromisos que permitan dar cumplimiento a los siete puntos de petición que hacen las comunidades”.


 La protesta duró 12 horas. Nelson Medina fue uno de los abanderados, de los líderes más destacados y por eso lo asesinaron. En esa zona las disidencias de Iván Mordisco, que siempre han visto con recelo los liderazgos sociales, lo puso en la mira. Al menos eso dice la información oficial. Primero empezó a recibir amenazas, luego hostigamientos hasta que las disidencias lo mataron en su casa, en Gigante Huila, frente a sus hijos. Eso fue el 26 de junio del 2023. Tenía 41 años. Según lo describen los que lo conocieron era un hombre de acción, decidido, al que nunca se le escucharon muchas palabras.


Su muerte, a la que le falta investigación, fue atribuida a las disidencias FARC, aunque, en la región, creen que pudo haber sido otras razones. Pelear contra el Quimbo pudo haber sido una de ellas. 

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